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domingo, 12 de septiembre de 2010

El boxeador...

Se llamaba Daniel y lo conocí cuando trabajaba de seguridad en un boliche.
Era profesor de sipalki y boxeador, tenia un fisico atlético, bien trabajado con mucha fibra, una verga enorme y unos tremendos huevos, pero lo mejor de todo, es que sabia usar la pija y a pesar de que tenia un rabo enorme y en la calle era peleador y pendenciero con los putos era suave y delicado porque le encantaban; tenia sus mujeres y eran muchas... las trataba con amor y se las cojia, pero era su costumbre tener un putito a quien cojerse una vez a la semana sin que le diera problemas o se le enamorara.
- Te pregunto algo...-, me dijo suavemente al oido mientras la música de la disco nos aturdia.
- Vos sos... gay? - fué directo pero amable, lo dijo con un tono de picardia y con ganas de que la respuesta fuese un sí redondo.
- Depende de quien pregunte...- le respondí con un rodeo, siguiendo el juego que habia hecho desde que lo conocía y súpe que tenia algun interés por mi; me habia exhibído y sugerído muchas  veces, y él con la mirada fija y alguna que otra expresión a la distancia me habia hecho entender que no corria ningun riesgo al acercarme, que podia confiar... y así lo hice una de tantas noches.
- El Fiera, me dicen... te pregunta el Fiera, el que tiene un buen pedazo de razones para darte si me decís que sí -.
- Sí, soy gay... Fiera... y quiero todas esas razones y mas... si es que hay aguante -.
- Esperame a la salida en un remise, vamos a tu casa o a la mia, no hay drama...- me dijo sin vueltas.
- Hécho...- le dije y me fuí a reunir con mis amigos que me esperaban en la pista de baile pensando en elejir mi casa, es más cómodo jugar de local cuando el amante se anuncia como muy bueno.
La noche pasó y estaba amaneciendo cuando nos encontramos en mi habitación.
Cuando se desnudó comprendí del todo la frase y del buen pedazo de razones... tenia como les dije una verga enorme, no muy larga, pero gruesa y ancha hacia los lados, estaba totalmente afeitado en la entrepierna y sus huevos, además de mas grandes se veian suaves, delicados... dában ganas de lamerlos...
Me abrazó y el contacto de nuestras pieles subió mas la caelntura...

El Fiera besaba y me lamia y mordia el cuello dejandome fuera de combate, me desarmaba la corriente que me corria por todo el cuerpo, con una de sus manos me amasaba la verga, con la otra me rodeaba el cuello y apretaba la verga contra mi pierna con suaves movimientos de vaivén.
Después bajó a mi pecho, me mordisqueaba los pezones y los lamía con un ritmo que me volvia loco, jadeaba y me sostenía los brazos con fuerza para no dejarme escapar de aquella posición, era una maquina sexual y recien empezabamos a calentarnos.
De repente subio el cuerpo por encima de mi cabeza dejando su verga enorme y tieza encima de mi cara...

- Chupame bien la pija putito mio...- me dijo con todo el morbo mirandome por encima de la cabeza.
Obedecí rapido y con ganas, el sabor de su pija me lleno la boca, delicioso y embriagante, una verga hermosa y palpitante entre mis labios, para comerla despcio, lamerla, mordisquear el prepucio, saborear la cabeza con la misma dedicación de un cachorro hambriento, apasionao por hacerlo.

cuando me llené la boca con su pija pude sentir el que el placer lo inundaba, se arqueo sobre su espalda haciendome sentir todo el tamaño y el peso de su verga hasta el fondo o por lo menos hasta donde podia tragar aquella belleza de carne masculina.
Lo chupaba, lo lamía con ganas, con tanta calentura que la boca me hacia saliva como cuando se degusta algo exquisito...

Queria devolverle el placer de compartir su pija conmigo, queria recompensarle por el favor de haberme elegido para entregarme su intimidad y estaba chupandole la pija con toda la voluntad del mundo, con ganas de tragarme todo el morbo, toda la calentura de aquel pedazo de macho que me cojia y me entregaba su sexo.

El Fiera gemía de placer a la vez que se calentaba cada vez mas, sentía cada lamida, cada succión, el trabajo de mi lengua en su todo lo amplio de su entrepierna...me lo queria comer entero, tragarme aquella magnifica herramienta, lamerle los huevos, morderlo suavemente entre las piernas... lo puse en cuatro patas arrodillado en la cama y me quedé por detrás, y me dedique a mamarlo un rato... - gozala bebé, a ésta mamada no te la olvidás mas en tu vida pendejo...-, - te voy a comer la verga, los huevos y el orto como nadie en tu vida bebé -

 se lo dije con las mismas ganas, con morbo, con pasión...
Cuando le empecé a lamer el culo se volvió loco de calentura y estiró la mano para enterrarme bien la cabeza en la raja de su orto, ese orto hermoso y virgen de hombres...

No sabia como acomodarse porque el placer que le producia aquello era inmenso y me calentaba todavia mas verlo recibiendo todo lo que le daba con complacencia y morbo.

CONTINUARÁ

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